La sana doctrina es la enseñanza de parte de Dios y acerca de Dios que nos lleva a la gloria de Dios, a través de la Biblia, la única y final revelación autorizada del Padre celestial por estar total y completamente inspirada por el Espíritu Santo, inerrante y perfecta.  (2 Timoteo 3:16-17 Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra.)

Así que El Espíritu Santo será nuestro maestro por excelencia (Juan 16:13 Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir.), y el usará hombres dóciles a Su guianza y sabiduría ( 1ª Timoteo 3:1-7)

La sana doctrina nos libera de la trampa de la falsa enseñanza (Tito 1:9-11… reteniendo la palabra fiel que es conforme a la enseñanza, para que sea capaz también de exhortar con sana doctrina y refutar a los que contradicen. Porque hay muchos rebeldes, habladores vanos y engañadores, especialmente los de la circuncisión, a quienes es preciso tapar la boca, porque están trastornando familias enteras, enseñando, por ganancias deshonestas, cosas que no deben.), que de otro modo amenaza con detener el desarrollo espiritual (Efesios 4:14 para que ya no seamos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error ), y con fomentar la discordia eclesiástica (Romanos 16:17). La doctrina sirve la obra salvadora de Dios tanto dentro como fuera de la. Por encima de todo, la doctrina promueve la gloria de Dios.